Las experiencias de Izzet Samá, Juan Carlos Marrero y Yadira Rachel Vargas fueron hilo conductor del debate del espacio Concordancia, del Centro Memorial “Martin Luther King”, este abril

Dixie Edith - Red Semlac /Foto: SEMlac Cuba.- Asumir la identidad cultural propia es el primer paso para comprender la discriminación racial, pero también otras desigualdades como las de género, coincidieron especialistas y activistas durante el espacio “Concordancia”, del Centro Memorial “Martin Luther King Jr.” (CMMLK), realizado el 26 de abril en La Habana.


«Yo no puedo contar historias de dolor y sufrimiento de mi infancia vinculadas a la discriminación, creo que porque no tenía conciencia de mi identidad», aseveró Izzet Samá, pastora de la Iglesia Presbiteriana-Reformada en Cuba y coordinadora ejecutiva del CMMLK.

Dedicado a la teología negra y la afroestética, el debate mensual de esa institución convocó en esta oportunidad, además, al teólogo y pastor Juan Carlos Marrero, del Centro Oscar Arnulfo Romero (Oar), y a Yadira Rachel Vargas, historiadora y coordinadora del proyecto de afroestética «Rizo Libre», quienes hablaron sobre cómo evitar una única historia sobre su realidad.

Samá, mujer negra y lesbiana, considera que reescribir su historia tuvo que ver, justamente, con el momento en que asumió su identidad.

“Empiezas a ver el mundo desde otra perspectiva. A medida que una va sintiendo, desde su identidad cultural espiritual, descubre en palabras y acciones, cosas que antes no veía”, aseguró la primera mujer negra en ser pastora de una iglesia presbiteriana en Cuba.

“La Teología Negra es la reflexión, desde una identidad negra, de cómo vemos a Dios”, dijo Samá. Foto: SEMlac Cuba

Marrero, en tanto, confesó que la persona que es hoy tiene mucho que ver con el CMMLK y que una de las historias que ha tenido que reescribir se relaciona con su pertenencia a dos fes que no son incompatibles: la cristiana y la yoruba.

Eso conecta, a su juicio, con la necesidad de solucionar el desconocimiento que existe aún sobre las religiones afrodescendientes y con la necesidad de conocer la historia “de donde venimos”, aseguró.

Para Samá, la iglesia a la que pertenece ha estado en una constante reflexión, desde sus propias carencias y silencios.

“Las manifestaciones racistas en las iglesias presbiterianas son las mismas que las del país: solapadas, normalizadas; no excluyentes institucionalmente, aunque si culturalmente. Pero hoy es una iglesia que habla abiertamente de racismo y discriminación”, apuntó.

Tanto ella como Marrero coinciden en que se está viviendo un momento de renovación de la reflexión teológica en torno a la discriminación, reflejo de una transformación cultural que necesitaba la iglesia.

Para Marrero, se trata de un proceso importante, también, para entender la realidad del país en relación con esta problemática. “Existe racismo estructural en Cuba, aunque a veces la academia lo niegue. El racismo, si no es estructural, no es racismo”, precisó.

Teología negra: un punto de partida

Una de las premisas fundamentales en el quehacer teológico implica que las teologías deben de ser contextuales y, solo atendiendo a las especificidades, tendrán la aceptación del pueblo al cual van dirigidas.

A juicio de Marrero, esta condición se cumple en el caso de la Teología negra de la Liberación, que surge “a raíz de las experiencias concretas a las que hombres y mujeres negros y negras fueron lanzados y lanzadas; a expresiones de esclavitud, tanto en el contexto colonial”, reflexiona en su artículo “El Nolens Volens de la Teología Negra de la Liberación en Cuba”.

Para él, es muy importante el vínculo de esta propuesta con la Teología de la Liberación. Las teologías negras, asevera, enriquecieron a esta última con reflexiones en torno al racismo y, sobre todo, con la restauración de la memoria histórica y la identidad de los descendientes africanos en las sociedades latinoamericanas y caribeñas.

Samá coincide. En su opinión, las también llamadas teologías de la negritud latinoamericana tienen que ver con un ejercicio de justicia que buscó ponerles rostro a los pobres de la Teología de la Liberación.

“Los pobres tienen muchos rostros: negros, blancos, jóvenes, campesinos. Era hora de hacer la reflexión teológica también desde nuestra fe; no solo desde nuestros dolores, sino desde nuestras luchas e historia de emancipación”, detalló la pastora.

“La Teología negra es la reflexión, desde una identidad negra, de cómo vemos a Dios. Es ponerle, cultural, social y espiritualmente, un contenido desde el pueblo negro que vive la experiencia de fe en un Dios, que por mucho tiempo fue blanco, anciano y lejano”, agregó.

Según Marrero, además, a la Teología negra le es imposible no dialogar con las religiones afrodescendientes: “ahí está la memoria cultural”, apuntó.

Mirar desde la afroestética

Para Yadira Rachel Vargas, en tanto, desarrollar una propuesta identitaria desde el tratamiento a los cabellos rizos, diferente a otros emprendimientos similares, ha sido como escribir su otra historia.

«Peinarse en nuestra familia es un ritual. Yo me crié en ese ambiente de comunidad y decidí entonces, a partir de ahí, abrir un camino que ayudara a otras mujeres a aceptar sus cabellos», explica.

La oportunidad de que niñas y niños conozcan su identidad y su cultura, desde un sentido de pertenencia, es uno de los propósitos de “Rizo Libre” y su colección “Cuba: Juegos de libertad” y el libro Historias de Afroestima. Mi cabello rizado. Foto: SEMlac Cuba

Con sus conocimientos académicos y sus habilidades para peinar, comenzó un emprendimiento que le ha cambiado la vida. Su proyecto “Rizo libre” defiende la afroestética e impulsa una comunidad de apoyo para las personas de cabello rizado, que promueve capacitación y espacios de diálogo en torno a la cultura, la identidad afrodescendiente y la discriminación.

“No solo comencé a peinar, comencé a escuchar y fui tomando notas. Descubrí niñas y niños que no habían tenido oportunidad ni espacios seguros donde se les explicara quiénes y cómo eran; donde se les dijera: ‘tú eres así y no tienes que cambiar nada’”. 

Así nació la colección Cuba: Juegos de libertad, dirigida a niñas y niños y compuesta por un kit de siete juegos didácticos y el libro Historias de Afroestima. Mi cabello rizado.

A su juicio, hay que asumir el emprendimiento como una responsabilidad social, acercar a las personas y articular las muchas maneras de hacer activismo.

“Para mí es una necesidad vital, porque necesito que el mundo a mi alrededor sea cada vez más feliz y tenga herramientas, conocimientos, para enfrentarse a las problemáticas”, confesó.

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